Espantajo (con)textual

FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA - Tiresias

www.nosolomerida.es | Festival de Mérida | Oresteïa (Orestíada) | Los buenos aficionados a la música cinematográfica saben de sobra que hay dos tipos de bandas sonoras: de un lado, las que hacen carrera al margen de la película a la que complementan y son perfectamente disfrutables por separado, merced a pegadizas melodías, machacones leitmotivs o almibarados temas románticos; del otro, aquellas que, pese a ajustarse como un guante a las imágenes que acompañan, multiplicando el alcance de cada escena o secuencia, resultan más duras de escuchar para los oídos menos instruidos. Pues bien, si la Oresteïa de Xenakis fuera una banda sonora —que no lo es—, pertenecería sin duda a esta última categoría. Su idoneidad para ilustrar desde la modernidad una obra clásica con veinticinco siglos de historia, como la Orestíada de Esquilo, resulta indiscutible; casi tanto, como difícil de asimilar de primeras su propuesta musical.

El compositor Iannis Xenakis, francés de origen griego aunque rumano de nacimiento, quiso mezclar en las piezas que conforman el programa de apertura del Festival de Mérida 2023 las trágicas consecuencias de la guerra de Troya para la familia de los Atridas y su propio pulso con la muerte en el polvorín griego de los años cuarenta del siglo XX, cuando la invasión nazi y fascista, y su posterior derrota como miembro del Ejército Popular de Liberación Nacional (ELAS) en la subsiguiente guerra civil. Todo ello bajo los preceptos de la música estocástica, una corriente de la que fue pionero, gracias a su formación como ingeniero, empleando recursos matemáticos como la probabilidad o el álgebra para su creación artística.

Espoleado por el encargo del dramaturgo Alexis Solomos de musicar la trilogía esquílea, Xenakis compuso a la largo de tres décadas distintas piezas: una suite para coro infantil, coro mixto con accesorios y músicos; una pieza vocal (instrumental) para barítono amplificado —tocando un salterio de 20 cuerdas— y percusión; y otra para barítono solista y conjunto mixto de instrumentos. La amalgama resultante la ofrece ahora de una tacada la heterodoxa Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza - “Grupo Enigma” (OCAZEnigma), acompañada por el Ensemble Vocal Teselas y el coro infantil extremeño Amadeus-IN. Casi un centenar de músicos, bajo la batuta de Asier Puga, donde se exhibe en un verdadero tour de force el barítono polaco Maciej Nerkowski.

La mácula que ensucia el impecable repertorio musical la pone el narrador interpretado por el actor Simón Ferrero, que ni siquiera acierta a pronunciar correctamente el nombre de la figura central del drama —diga conmigo: Cli-tem-nes-tra—. En vez de sobretitular los cantos de coro y barítono, los responsables del montaje optan por relatar a viva voz, a modo de redundante (con)texto, un resumen de la trama que no hace sino interrumpir constantemente la emoción pretendida por la obra musical y, con ello, espantar del asunto al espectador, que irremediablemente termina bostezando o, en el peor de los casos, dormido como un lirón.

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