Principios e intereses, y soluciones políticas

Opinión - Víctor Rodríguez

OPINIÓN | El peso económico de China y su presencia diplomática crecen, y más aún en los tiempos de crisis financiera mundial. El viceprimer ministro chino Li Keqiang en su reciente visita le ha dicho a Zapatero: "Las medidas que ha adoptado España ante la crisis son duras, pero necesarias y adecuadas". Zapatero y Rajoy no dudan de los beneficios económicos que nos reportará que quien ejerce de banco central mundial apoye a la economía española: estamos ante los intereses. Otra cosa es el régimen de partido único, respecto a los derechos humanos, etcétera, en China: estaríamos ante los principios. Y tanto Zapatero como Rajoy parece que no están en posición de regatearle nada al emisario chino, sino más bien de emular a Marx (Groucho): "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros".

Probablemente la baja calificación de los partidos políticos y la creciente desafección política de la ciudanía pasen a la historia como hechos muy relevantes de 2010. Negar la realidad de la crisis y la insuficiente explicación de las medidas para contrarrestarla son los elementos que conforman la baja nota de unos, y la percepción de la escasa o nula colaboración con el Gobierno para superar la crisis económica constituye el núcleo de la baja nota de los otros.

Cuando Zapatero negaba la crisis, los demás dirigentes de su partido también lo hacían en público. Ahora que la credibilidad del presidente del Gobierno está bajo mínimos, casi todos los que miraron para otro lado ponen tierra por medio para salvaguardar su feudo. Marcan distancias para mantener su credibilidad, como si la parte no fuera percibida como común al todo. Parecen ajenos a que esa actitud de salvación propia contribuirá a una mayor caída de los suyos.

Por su parte, el principal partido de la oposición mostrará actitud seria y responsable apoyando parte de las reformas que el amortizado Zapatero pretende aprobar próximamente. Será su estrategia, su activo electoral: una muy medida colaboración con el Gobierno. Tanto el incremento de la protesta social (los líderes sindicales también se juegan su credibilidad) como la probable derrota electoral en las autonómicas y municipales de mayo 2011 se encargarán de hacer el resto.

Lo cierto es que tanto la complicada salida del actor principal como la táctica próxima de ahogadillas políticas no deberían ser impedimentos para una apuesta partidaria decidida por soluciones políticas. Estamos cansados de constatar que son parte del problema, deseamos verlos como agentes para la solución.

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