El Rey desnudado

Opinión - Víctor Rodríguez

www.nosolomerida.es | Opinión | Víctor Rodríguez | El diario El Mundo publica hoy los resultados de la encuesta realizada por Sigma Dos entre el 28 y 31 del pasado mes de diciembre en la que constata que el porcentaje de españoles que apoyan el reinado de Juan Carlos I es de 41%, nueve puntos menos que a finales de 2012, y que el 62% pide su abdicación, 17 puntos más que en periodo referido. Se refieren muchas actuaciones personales como razones para tal situación, así como que han hecho un profundo daño a la institución las que afectan a los duques de Palma: Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón.

Coetánea a la encuesta referida es la publicación de la entrevista al periodista Gregorio Morán: autor de dos biografías sobre Adolfo Suárez: Historia de una ambición (Planeta, 1979) y Adolfo Suárez: Ambición y destino (Debate, 2009). Morán es considerado como fiable experto en el tema de la Transición política del franquismo a la democracia. En la entrevista, que ha sido publicada en JotDown, Morán describe a figuras políticas consideradas muy relevantes en el escenario de la Transición. Y sobre una de ellas dice: “El Rey no se distingue —y lo ha demostrado a lo largo de su carrera— por un talento político notable. En una sociedad normal —esto hay que decirlo así de claro— hubiera sido ya derrocado. Por todo tipo de motivos: irregularidades económicas, irregularidades personales, colaboración en el 23-F, etc., etc.… Es decir que en su cartilla de servicios el Rey no puede presumir de sus méritos, no. Sus méritos son absolutamente para echarlo. Claramente. Por eso necesitó primero una sociedad española muy transigente y de alguien que le ayudara a orientarse en la política, algo de lo cual no tenía ni zorra idea. Y ese hombre era Torcuato Fernández Miranda, un profesional de la política al que conocí mucho, y en el que todos tienen un interés especial en eliminar de la película”.

Morán refiere el método que emplean para evitar que determinadas informaciones sobre el Jefe del Estado sean de conocimiento público: “Yo no creo que los editores de los medios de comunicación más importantes de la época se reunieran y acordaran nada. Sencillamente se produciría en algunos casos una llamada de Zarzuela para decir a un editor (o dueño de medio de comunicación) lo que tenía que hacer en un momento determinado. Era obvio que el Rey era una figura intocable. Por lo tanto no se podían sacar informaciones sobre él. En una medida semejante a lo que ocurre ahora. Es decir: que si hay un reportaje en el que el Rey aparece en una situación no decorosa o comprometida, llamaran desde Zarzuela a un millonario para que simplemente compre esas fotos. Así se arreglan las cosas”.

Morán dice que la Transición “fue un negocio fabuloso. Lo que pasa ahora es que la empresa ha quebrado, pero entonces fue un gran negocio. La Transición es una operación que se realiza entre muy pocas personas. Y todos ganan. Unos ganan más que otros, pero todos ganan. Ganan todos los que participaron, no me refiero a la población...Les ha salido bien a los bancos y a aquellos que capitanearon la Transición. Incluso a aquellos que tenían serias dudas de que la Transición fuera a funcionar y temían por sus intereses. A esos les salió que ni bordado. Fue la operación perfecta… Les ha salido como Dios. Lo que ocurre ahora con la infanta y con Urdangarin es una herencia de la Transición. En el comienzo de la Transición hubo cosas como estas, pero no se sabían. Vamos, las sabían solo los que las sabían, punto”.

Moran desnuda al Rey mientras revista del corazón lo describe de la forma que sigue: “Juan Carlos I el hombre más influyente en la historia de nuestra publicación. El Rey nos recibe con motivo del setenta aniversario de ¡HOLA! en el Palacio de la Zarzuela”. Por su parte, los españoles certifican en la encuesta que los polvos de los que habla Morán han pasado a lodos. Pero está por ver si alcanzarán la dimensión de tormenta perfecta o podrán evitarla con operaciones de todo tipo para garantizar la pervivencia de la Monarquía. Tal fin parece perseguir, de entrada, la portada de la revista Diez Minutos: “La Princesa de Asturias dejó la corona en Palacio para pasar inadvertida una tranquila mañana y adquirir regalos para sus seres queridos”, ¿o no?.

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