¡¡¡QUE ASCO DE PRECAMPAÑA!!!

Opinión - Cartas

Aunque parezca increíble, uno de los motivos que empujaron al legislador a modificar la ley electoral y limitar la realización de actos de publicidad y propaganda por parte de los partidos hasta el comienzo de la campaña electoral, fue precisamente que el marketing cediera espacio al debate, y que durante este periodo la contraposición de ideas y programas ocupara el máximo protagonismo. Algunos creemos que la verdadera intención de esta ley no era limitar los gastos de campaña, ni la presencia de la publicidad, ya que cada uno se gasta lo que quiere, lo que tiene, o lo que otros están dispuestos a prestarles, sino más bien favorecer a los partidos mayoritarios, menoscabando las oportunidades electorales de todos aquellas pequeñas formaciones que no disponen de los medios suficientes para difundir con éxito su mensaje en tan sólo quince días de campaña.

Al margen de las distintas interpretaciones que nos pueda sugerir la ley en sus propósitos e intenciones, lo cierto es que ha fracasado plenamente en los fines enunciados. ¿Debate? No sólo no se ha propiciado sino que prácticamente ha desaparecido, hasta el punto en el que los partidos mayoritarios, no sólo no propician el debate, sino que incluso se niegan expresamente a participar en aquellos que se plantean por parte de otras formaciones políticas, asociaciones o movimientos sociales. En Mérida tenemos pruebas evidentes y cercanas de todo ello.

Bien, sino se promueve el debate ¿qué es lo que hacemos hasta que lleguen las elecciones? Pues demandarnos unos a otros por ilegalidades cometidas hace años, esperando a  que en estas fechas bien pueden producirnos el esperado rédito electoral. No sé a ustedes pero a mí se me antoja patético hasta el final.
Efectivamente, la visita a los juzgados se ha convertido en uno de los deportes más practicados entre la clase política local, aunque resulta evidente que la verdadera intención de los demandantes no es la aclaración de las  responsabilidades que pudieran acarrear cada una de las demandas realizadas, ya que de ser así, las habrían interpuesto en el mismo momento en el que se hubiera tenido conocimiento del delito.

En Mérida a los acusadores les importa un carajo la entidad del incumplimiento, o la gravedad de los hechos denunciados, ya que de otro modo habría obrado de  distinta manera. La única intención de todo este ajetreo es la de desactivar al candidato en cuestión en el momento más oportuno, de lo contrario, a estas alturas  ya sabríamos si las denuncias tiene algún fundamento y cuales serían las consecuencias de su interposición. Evitaríamos tener que someternos al espeluznante espectáculo en el que podríamos encontrarnos dentro de seis meses o de un año, es decir con un imputado como alcalde, encausado por mil y un motivos que resultaría agotador simplemente enumerar.

Pero aquí no acaba el asunto. No cansados de tanto entrar en el juzgado, los señores del PP y del PSOE han asumido la conquista y agotamiento de la Junta Electoral de Zona como una causa propia. Si la reclamación interpuesta por el PP solicitando el secuestro de un semanario local fue un despropósito jurídico y una vergüenza política, con la retirada del folleto del PP auspiciada por el PSOE ocurre otro tanto de lo mismo. A partir de aquí, exaltados de todos lo colores atenderán a todo tipo de criterios jurídicos para justificar unas acciones y otras, cuando lo que  realmente ocurre, en un caso y en el otro, es que detractores y grupis de un partido y del contrario desconocen la ley, es más, jamás la han tenido entre sus manos porque no saben donde encontrarla, y por supuesto, además tampoco se han tomado la molestia de consultar la jurisprudencia de la Junta Electoral Central al respecto. Pero en Mérida todos esto da lo mismo, los tapones en los oídos y las vendas que sostengo sobre mis ojos son elementos suficientes para animar sin descanso al partido con el que me identifico y al que voto desde hace años, mientras insulto hasta el fin de mi resuello a sus contrarios. ¿Para qué están sino los apartados dedicados a los comentarios de los (e)lectores en las ediciones digitales de los periódicos?¿ O es que acaso no puede uno opinar lo que le venga en gana? Aquí tampoco gana el debate, sino que vuelve a imponerse el insulto, y resulta difícil encontrar voces pausadas que expongan sus argumentos, ya sea en un sentido o a favor del otro.

Apenas faltan 30 días para la celebración de las elecciones locales y lo único que he aprendido de los partidos que hasta la fecha tienen representación en nuestra ciudad es que reproducen exactamente las mismas pautas de un forma de vivir la política vacía de contenidos, en la que la confrontación de ideas es una mera ilusión, simplemente porque ideas ya no les quedan. Finalmente el leguaje de la política se reduce a otro eslogan: “O estás conmigo, o estás contra mí.”

Es un lugar común conocido por todos que la táctica que han seguido  todos los partidos que han ejercido labores de gobierno en toda Europa para llegar a ser lo que son, pasa por el desmoche de la ideología, un viajero molesto cuando no se quiere molestar a nadie, nadie puede molestarse contigo si nunca le dedicas una frase comprometida, o una opinión cargada de principios o valores. A lo mejor resulta que a una parte del público no le gusta tu mensaje y deciden votar a otros.

Sustituyamos la política por los eslóganes y las medias sonrisas, y ya tendremos preparado el camino hacia el coche oficial y el despacho de la alcaldía.

En mi opinión, el motivo por el que el PSOE y el PP en Mérida no dotan de contenido a su mensaje es simplemente porque se parecen demasiado como para tener que explicarlo.

Desde aquí me permitiré recordarles algo al señor Calle y al señor Acedo, el ejercicio de la política a través de los cargos ejecutivos siempre se entendió como un instrumento para la realización práctica de una idea. Ese es el objeto y la finalidad a la que debe estar dedicada la política. La política como instrumento. No creo que sea pedir demasiado.

No sé muy bien qué ideas defienden estos señores, ya que todavía no he tenido la oportunidad de conocerlas, y lo entiendo, el ejercicio agotador del insulto y la denuncia no debe de permitir realizar cualquier otro tipo de actividad. No hay energía para tanto. Tampoco sé cuales fueron las motivaciones que empujaron a estos señores a dedicarse a la política, pero mucho me temo que ellos tampoco se acuerdan ya de eso.

Por cierto, si alguien quiere debatir con nosotros, no hay  ningún problema.


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