Exigen el cierre de la Central Nuclear de Almaraz y un nuevo modelo energético en el aniversario del accidente de Fukushima

Extremadura

www.nosolomerida.es | Ecologistas en Acción de Extremadura recuerda a las víctimas mortales del accidente nuclear de Japón que, nueve años después, sigue siendo una importante fuente de contaminación radiactiva.

Exigen un nuevo modelo energético sin nucleares, basado en la producción local de energía de origen renovable, el autoconsumo y las empresas municipales de energía.

Ecologistas en Acción de Extremadura quiere recordar en estas fechas que la central nuclear de Fukushima Daiichi continúa siendo una amenaza nueve años después del accidente que tuvo lugar el fatídico once de marzo del 2011.

El catastrófico evento aún no ha cesado pues, casi diez años después, sigue emitiendo radioactividad debido a que las 880 toneladas de combustible nuclear fundido siguen allí y empiezan a manifestarse dudas de que puedan retirarse completamente algún día, lo que exigiría encerrar los reactores en un sarcófago. Hace menos de un año que ha comenzado la retirada del combustible gastado que está en piscina, pero solo del reactor 3. Los del 1 y el 2 tendrán que esperar hasta cinco años.

Mientras el combustible esté ahí, es imprescindible mantener un flujo continuo de agua para refrigerarlo, lo que crea un gravísimo problema debido a que el agua se convierte en radiactiva y necesita ser almacenarla en tanques. Para almacenar este gran flujo de agua –a un ritmo de entrada de en los reactores de 170 m3/día en 2018-, al que se suma la que penetra de las corrientes subterráneas,  se necesita un nuevo tanque cada seis días. Y empieza a escasear el espacio disponible.

Para reducir la radiactividad del agua, se la está sometiendo a un proceso de eliminación de materiales radiactivos, de manera que solo quede tritio, puesto que es imposible de separar y su vida media no es larga (12,3 años). En estas condiciones, las autoridades japonesas, con el apoyo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), consideran que puede verterse al mar. En septiembre de 2015 se arrojaron 800 toneladas al Océano Pacífico. Pero la prensa japonesa destapó en 2018 los fallos de ese proceso. Tokyo Electric Power Company (TEPCO) ocultaba que, de los 890.000 m3 de agua tratada a partir de septiembre de 2018, aproximadamente el 84 % contenían concentraciones más altas de sustancias radiactivas que los niveles permitidos para su liberación al océano.

La experiencia de Fukushima –a la que se suman los anteriores accidentes de Harrisburg y Chernobil- viene a confirmar la postura  de Ecologistas en Acción de Extremadura, que siempre ha mantenido que los riesgos que presenta la industria nuclear son desproporcionados para ser asumibles por ningún gobierno que tenga una mínima preocupación por el futuro de su país y sus habitantes.

Es por eso que, en esta fecha, quiere recordar que aún hay dos reactores nucleares funcionando en la Central Nuclear de Almaraz y exige que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico haga honor a su nombre y no conceda el permiso para autorizar la prórroga de su funcionamiento hasta 2027 y 2028.

Para esta organización, la energía nuclear, además de peligrosa, es una gran estafa, dado que es imposible evaluar cuál será el coste económico de la gestión de los residuos radioactivos durante miles de años. Máxime teniendo en cuenta que, a partir del 2070, correrán en exclusiva por cuenta de la ciudadanía y que ya existe un gran desfase entre lo aportado por el Estado y las empresas. Por tanto, la obligación que tiene cualquier empresa de hacerse cargo de la gestión de los residuos que genera, se traspasará al conjunto de la sociedad, que acabará pagándola al igual que el desmantelamiento de las Centrales. El perfecto remate al negocio de unas compañías eléctricas que ya vienen cobrando la luz a un alto precio gracias al  trato de favor que se les brinda y que se traduce en que, la de España, sea una de las facturas de la luz más caras de Europa.

Ecologistas en Acción apuesta por la implantación de un nuevo modelo energético basado en las energías renovables, pero ahora producido por la propia ciudadanía y por empresas públicas municipales, tal y como está ocurriendo en las ciudades de Cádiz y Barcelona, generadoras de su propia electricidad.

El gobierno debe abandonar, de una vez por todas, el trato de favor a las compañías eléctricas y a la Red Eléctrica de España y dedicar recursos económicos suficientes para realizar una transición energética basada en el autoconsumo y en el desarrollo de empresas públicas. Ya que la producción de energía renovable está deslocalizada geográficamente y la puede realizar cualquier persona o entidad, el modelo energético debe estar también deslocalizado, basándose principalmente en las líneas de baja tensión, orientadas a un consumo de proximidad que, además, resulta mucho más barato en infraestructura y mantenimiento.

El oligopolio eléctrico es innecesario y perjudicial para el medioambiente y la sociedad. El caso más flagrante es el de la producción de electricidad mediante centrales nucleares, que van a dejar un peligroso y costoso legado a las futuras generaciones.  También en cómputo de gases de efecto invernadero (GEI) porque, en el ciclo completo desde la minería hasta los enchufes de las casas, las producción de origen nuclear emite más GEI que su equivalente renovable.

Un año más Ecologistas en Acción de Campo Arañuelo junto con Adenex ha recordado el desastre de Fukushima plantando el noveno ciruelo en homenaje sus víctimas y ha proyectado un documental para recordar el peligro al que está sometida toda la población extremeña.


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