El impacto de género de los ERTE: una herramienta que ha frenado el desplome del empleo de las mujeres

España

www.nosolomerida.es | La Secretaría Confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras presenta el estudio El impacto de los ERTE en el empleo de las mujeres, elaborado por el Gabinete Económico Confederal, que revela la especial incidencia de la crisis COVID-19 , por sus características, en sectores feminizados, y la utilidad de esta herramienta pactada en el diálogo social por los agentes sociales para preservar el empleo de las mujeres y los riesgos y retos que afronta la población femenina en la reconstrucción económica. Cabe destacar que, en el caso de las mujeres, durante marzo y abril, en el período de máxima cobertura de los ERTE, por cada mujer que perdió su empleo, 4 consiguieron salvaguardarlo mediante un ERTE.

Los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) pactados por los agentes sociales se han revelado como una herramienta útil para evitar la destrucción de millones de empleos ante la profunda crisis generada por la pandemia de la COVID-19 y las medidas derivadas del período de confinamiento. Mediante este instrumento surgido del diálogo social se ha llegado a proteger en estos meses a 3,5 millones de personas trabajadoras y aún se da cobertura a 1,8 millones de trabajadores y trabajadoras, según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

Desde CCOO consideramos primordial el análisis con perspectiva de género de estos datos con el objetivo de prevenir el posible agravamiento de las brechas de género preexistentes y para orientar políticas que permitan garantizar la igualdad en la salida de la crisis. Máxime, cuando las últimas cifras de paro registrado de junio ya han revelado un importante aumento del desempleo femenino, que ha supuesto que la totalidad del aumento de paro se deba a su incremento entre las mujeres.

Según señala Elena Blasco Martín, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad: "Los ERTE de la COVID-19 han dado cobertura y protección a más de un millón y medio de trabajadoras, muchas de las cuales se hubieran quedado seguramente sin empleo, lo que habría empeorado aún más la brecha que ya estamos padeciendo las mujeres en el paro. Ahora es necesario hacer un esfuerzo para seguir preservando los puestos de trabajo y poner las bases para que todas ellas puedan reincorporarse con plenas garantías sanitarias y, por supuesto, en condiciones laborales y salariales dignas y con todos los derechos".

Los ERTE han sostenido 4 empleos femeninos por cada nueva mujer en paro


Durante marzo y abril de 2020 ha aumentado en tres millones (2.962.557) la cifra de personas inscritas como demandantes de empleo en el SEPE, de los que la gran mayoría están inscritas, pero no están en paro, ya sea porque mantienen una relación laboral/ERTE (2.036.987) o figuran como ocupadas (283.839) como motivos principales. El aumento de la población en paro es relevante (585.156 personas) pero menor en comparación. Por cada persona que en términos netos se ha inscrito como parada, hay otras cuatro que mantienen su vínculo laboral con la actividad y no han perdido de momento su empleo.

Los ERTE han protegido en mayor medida el empleo de las mujeres: 3,9 mujeres se han acogido a ERTE por cada nueva mujer en paro. En el caso de los hombres, han sido 3,2 los acogidos por cada nuevo desempleado.

Mayor intensidad media entre las mujeres asalariadas


El impacto que han tenido los ERTE ha sido superior en el empleo asalariado de las mujeres que en el de los hombres: con datos del mes de mayo, 19 de cada 100 mujeres asalariadas está afectada por un ERTE, frente a 17 de cada 100 hombres.

Los ERTE han afectado de forma muy desigual las plantillas de los diferentes sectores, y en general, dentro de un mismo sector, han afectado con mayor intensidad a las mujeres asalariadas que a los hombres. Si la alternativa era el despido o la pérdida del empleo, la mayor presencia en un ERTE es un elemento de protección. Sin embargo, si la alternativa era el mantenimiento en el puesto de trabajo sin reducciones, entonces la mayor presencia en el ERTE supone un perjuicio o una menor protección laboral. Es necesario por tanto un análisis muy pormenorizado en cada rama de actividad para contextualizar correctamente los datos disponibles, su evolución en los meses de vigencia de los ERTE por fuerza mayor, y si han beneficiado o perjudicado en función de las alternativas disponibles.

Fuerte impacto en los servicios


Los datos actualizados a mayo reflejan 3 millones de personas afectadas por ERTE; el 51%,mujeres (1.528.408), lo que vendría a confirmar una ligera feminización de la población asalariada incluida en ERTE, ya que solo representan el 48% de la población asalariada según la EPA y el 48,5% de la afiliación al régimen general de la Seguridad Social. En esta crisis el porcentaje de mujeres acogidas a ERTE duplica el de la anterior (fue un 29% en 2008). Esta alta participación de las mujeres es una novedad.

En esta ocasión, las ramas del sector servicios, con una fuerte presencia femenina consecuencia de la segregación sectorial, han sido las más afectadas por la pandemia de la COVID-19, hasta el punto de que engloba al 86% de la población incluida en ERTEs y hasta un 92% de las mujeres. Por ramas de actividades, del millón y medio de mujeres afectadas por procesos de regulación de empleo, algo más de 800.000 trabajan en hostelería o comercio. En términos relativos, el 32% trabaja en la hostelería y el 22% en el comercio. A continuación, pero ya con un peso menor, se sitúan actividades administrativas y servicios auxiliares (7%), educación (7%), industria manufacturera (6%) y sanidad y servicios sociales (6%) y actividades artísticas y recreativas (5%). Estas 5 ramas en su conjunto concentran el 31% de las mujeres en ERTE, aunque su peso en el empleo asalariado de las mujeres es más alto y alcanza el 43%.

Entre los hombres, el 50% de la población afectada trabaja también en hostelería o comercio, pero varían el resto de actividades más afectadas, reflejo de la mayor diversidad sectorial de su empleo. Es también muy relevante la industria manufacturera, seguida por transporte y almacenamiento, actividades artísticas y recreativas, actividades administrativas y servicios auxiliares, y construcción. En conjunto, estos 5 sectores concentran el 37% de los hombres afectados y suponen el 43,5% del empleo masculino.

Más mujeres en los ERTE


Por otra parte, el estudio constata que, en las principales ramas afectadas, la presencia de las mujeres es mayor, en términos de porcentaje, en los ERTE que en las plantillas. Es decir, la ligera feminización de la población en ERTE responde en parte a un efecto composición sectorial del empleo y a la feminización de los sectores más afectados, pero también se explica porque en la mayoría de ramas las mujeres tienen una presencia en los ERTE superior en porcentaje al que tienen en la plantilla. Esto sucede en hostelería, industria manufacturera, actividades administrativas y auxiliares, educación, actividades artísticas y recreativas, transporte y almacenamiento, construcción, otros servicios e información y comunicaciones.

En general, en los sectores con el empleo masculinizado es donde se produce una mayor sobrerrepresentación de las mujeres en los ERTE, quizá como efecto de la segregación ocupacional: así, en la construcción, las mujeres suponen el 22% de las personas en ERTE, pero solo el 9% de la plantilla; mientras que en información y comunicaciones las mujeres suponen el 43% de las personas afectadas, pero solo el 34% del empleo. Entre los sectores feminizados, educación es donde más sobrerrepresentadas están las mujeres en los ERTE (73%) frente a su presencia en el empleo (67%).

Elena Blasco Martín, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO, concluye: “Ha quedado demostrada la capacidad del diálogo social para acordar medidas favorables a la protección del empleo y los ERTE son un buen ejemplo. En su período de máxima cobertura han demostrado que son una herramienta de salvaguarda de empleos que puede tener un impacto positivo de género, al disminuir el riesgo de destrucción de empleo para las mujeres a 1 de cada 5. Vamos a seguir alerta y propositivas, para que todos los acuerdos del diálogo social tengan impacto positivo de género, lo que en sí mismo es una estrategia correctora de la desigualdad, y vamos a seguir impulsando políticas de igualdad y medidas específicas para acabar con las desigualdades estructurales de género, porque queremos igualdad en el empleo y conciliación corresponsable en el trabajo familiarde cuidados”.


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