Sobredosis de feminismo

Tiresias

www.nosolomerida.es | Festival de Mérida | El misántropo| El misántropo es la única obra que se conserva completa del centenar largo que escribió Menandro, el figurón de la comedia nueva griega. Su influjo fue tal que, casi dos mil años más tarde, Molière la eligió para reflejar la decadencia personal de sus últimos años de vida, aunque con suerte muy dispar: mientras el original ateniense fue todo un éxito, la (re)creación del parisino supuso un completo fracaso. Como quiera que sea, esta clásica comedia de caracteres se convierte ahora en un estreno absoluto en el Festival de Mérida; y, para el fatigado espectador, en una más de las olvidables comedietas programadas durante la última década.

De la adaptación a los usos y costumbres actuales se encargan su directora, Carol López, y la ayudante de esta, Xus de la Cruz. En el haber del tándem cabe anotar la introducción de una sugerente concepción metateatral que exprime la comicidad hasta donde puede. Por el contrario, en su debe quedará para el recuerdo la (nueva) oportunidad perdida de respetar el magisterio estructural de la comedia clásica y, por consiguiente, el abuso modernizador de la componente feminista, que por machacón y por estridente, termina lastrando una función que no requería de semejante subrayado. En cualquier caso, esta (re)incidencia en el asunto, junto a lo perpetrado por sus dos precedentes en el Teatro Romano —Julio César y Safo—, hace sospechar que el Festival https://www.festivaldemerida.es/wp-content/uploads/2022/07/-64-900x600.jpgestuviera patrocinado, desde la sombra, por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero, quien debería darse una vuelta estos días por la capital extremeña para comprobar in situ que sus presupuestos ideológicos han calado definitivamente en los creadores culturales.

Abundando en la cuestión, cabe advertir que la presente versión suma, resta y sintetiza personajes, trufando su caracterización de connotaciones homosexuales y hasta pansexuales que poco aportan al enredo, aunque lo adornan con un barniz de (in)corrección política muy del gusto de los modernillos. De paso, le da unos retoques al final propuesto por Menandro para que la fiesta sea completa.

La función se la lleva de calle Ángel Ruiz, que se desdobla en el dios Pan y en el orientalizado Sicón, haciendo alarde de sus condiciones vocales y su desaprovechada vis cómica. A la zaga le va María Ordóñez, que encarna con atrayente descaro a la Muchacha hasta que, por obligaciones del guion, se entrega al discurso panfletario, echando por tierra el trabajo previo. Del resto, acaso resulte pertinente rescatar las dotes líricas de Jesús Castejón, que lucen espléndidamente en una particularísima versión de A mi manera.

Sorprende, en todo caso, el limitado nivel de esta nueva (co)producción de una singularísima empresa como LAZONA, que es una rara avis en el panorama cultural español, pues produce indistintamente teatro, cine y series de televisión, y, lo que resulta más admirable, manteniendo en todas las disciplinas un sobresaliente nivel, tanto cualitativo como cuantitativo. Suyos son proyectos como No habrá paz para los malvados (2011) y Ocho apellidos vascos (2014), en cine; La piedra oscura (2015) y La ternura (2017), en teatro; o Gigantes (2017) y Libertad (2020), en televisión. Esta vez, sin embargo, su alianza con el propio Festival de Mérida no alcanza, ni de lejos, el buen hacer de sus glorias pretéritas.

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