Títeres con cabeza

Tiresias

www.nosolomerida.es | Festival de Mérida | Edipo Rey | La ensayista británica Karen Armstrong, indiscutible eminencia en religión comparada, Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, miembro del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de las Civilizaciones promovida por la ONU e impulsora de Charter for Compassion, una organización internacional que coordina el trabajo conjunto por la paz, defiende que buena parte de la historia humana ha estado presidida por dos formas de pensar, hablar y lograr conocimiento del mundo: el mythos y el logos; y subraya que la primera no es, como sostienen algunos indocumentados, una mera fase primitiva de la segunda, sino que ambas son rutas complementarias y esenciales para buscar la verdad, distinguiendo que el logos se ocupa de los logros prácticos y el mythos, del significado; y que los seres humanos somos criaturas en perpetua búsqueda de sentido; y que los mitos y la literatura nos permiten atisbar realidades más hondas, cobijos simbólicos para nuestro precario existir.

Cuando uno se sienta en la butaca de un teatro para contemplar por enésima vez las tribulaciones de Edipo no hace sino eso, aguardar expectante, porque “se necesitan muchas ficciones para aprender unas pocas verdades”, como recordaba Irene Vallejo en un artículo publicado en el diario El PaÍsilustrado, por cierto, por mi otrora compañero de página, el pacense Enrique Flores—. Y qué suerte volver a comprobar que, aunque “a menudo pensamos que las leyendas pertenecen a tiempos tribales y que nos llegan —en nuestro mundo moderno, racional y evolucionado— como un rastro de humo procedente de hogueras encendidas en el amanecer de los tiempos”, es “gracias a las narraciones forjadas al calor del encuentro” como “logramos —a veces, tal vez— afrontar juntos las ansiedades de las que está constelado este nervioso presente”.

La versión del Edipo Rey de Sófocles escrita y dirigida por Jaume Policarpo hace honor a esa tradición milenaria y nos traslada, sin demasiado esfuerzo, a otros lugares, a otros tiempos, sin necesidad de movernos de ese palco del Teatro María Luisa que cercena la visión de la mitad del montaje elevando el concepto ‘visibilidad reducida’ a un más que optimista eufemismo. Ajeno a esta incomodidad, el espectáculo de Bambalina Teatre Practicable, estrenado en 2020 en el Teatre El Musical de València y (re)estrenado en 2023, corregido y ampliado, para inaugurar el Festival Sagunt a Escena, potencia la función lírica del coro y nos introduce de pleno en una atmósfera ritual que engrandece a sus personajes restituyéndoles su aura simbólica.

Aunque lo que realmente llama la atención de la compañía valenciana es su trabajo dramatúrgico, en el que entreteje a los personajes con su reflejo en forma de figuras animadas, a los actores de carne hueso con encantadores títeres, dotando al montaje de una personalidad arrebatadora. Los brazos de los intérpretes se compenetran en una danza hipnótica; sus voces se acoplan y se desdoblan; sus cuerpos, presentados a modo de collera, se ensamblan o se desgajan, según dicte la profundidad de la escena. Y todo esto sucede sin la más mínima fisura, ante un patio de butacas entregado a la causa de una ceremonia que deja en muy mal lugar a quienes, como recordaba Vallejo en el artículo citado más arriba, aún denuncian que “contar historias no nos sacia el hambre ni protege del frío o del peligro, no nos reviste de visión nocturna ni decisivas ventajas en la lucha por la vida. No sirve para nada”. Entonces, se pregunta la escritora zaragozana, y nosotros con ella: “¿Por qué son tan duraderos los mitos, los poemas, los cuentos?”.

 

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